miércoles, 8 de mayo de 2013

La rana que no sabía que estaba hervida

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Por encima de todo dogma, de toda doctrina, de toda ideología, es preciso estar atentos a ampliar y perfeccionar nuestra conciencia, haciendo de ello el comportamiento fundamental de nuestra condición humana, así como motor indispensable de nuestra evolución.


Si queremos recordar las cosas importantes, es necesario que nos apasionemos por ellas, que las “tomemos a pecho”.

El cambio gradual pasa inadvertido, y por tanto no se produce la reacción idónea.


En el plano individual, el mejoramiento buscado a través de un esfuerzo cotidiano no produce efectos visibles a corto plazo. Si no percibimos las ventajas que tenemos ni los derechos que disfrutamos, quizá nos dedicaremos a cultivar la ingratitud y el descontento, mostrándonos incapaces de apreciar los frutos de una evolución tal vez lenta, pero en todo caso demostrable


Una historia habla del Bambú chino, de una especie curiosa. Esta especie se caracteriza porque después de plantar la semilla, regar y cuidar con esmero, ¿qué pasa con el Bambú?. Que crece el primer año: no; ¿el segundo?: no; ¿el tercero?, tampoco. Hasta el quinto no empieza a asomar el brote, pero luego logra una envergadura de 12 metros en un año.



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