martes, 16 de octubre de 2012

http://www.casadellibro.com/afiliados/homeAfiliado?ca=20174&idproducto=2090349



LA RUEDA DE LA VIDA. ELISABETH KUBLER ROSS


El libre albedrío es el mayor regalo que recibió el ser humano al nacer. En todo momento debemos escoger entre varias posibilidades, en lo que decimos, hacemos y pensamos, y todas las elecciones son terriblemente importantes.

Me preguntaron ¿cómo organizas tu vida?, ¿cómo haces para tomar tus decisiones?

Hago lo que me parece correcto no lo que se espera de mí.

La dificultad que presentan las religiones es que las cosas se escriben para que se interpreten, y, como ocurre en muchos casos, se malinterpretan. Ninguna religión, grupo o persona que preconice el odio, la venganza, la destrucción o la violencia contra otros grupos o personas, es digno ni saludable. Toda acción debe procurar el beneficio de las personas, entendiendo por beneficio, la salud y el bienestar por encima del enriquecimiento material.


Lo mejor de la vida consiste en descubrir lo que uno ya sabe.

En el interior de cada uno de nosotros hay una capacidad inimaginable para la bondad, para dar sin buscar recompensa, para escuchar sin hacer juicios, para amar sin condiciones.

Cada uno de los miles de pacientes con quienes comenté sus experiencias de muerte clínica temporal recordaba haber entrado en la luz y oído la pregunta: ¿Cuánto amor has sido capaz de dar y recibir? ¿Cuánto servicio has prestado?. Es decir, se les preguntaba cómo habían asimilado la lección más difícil de toda la vida: el amor incondicional


La medicina actual es compleja y la investigación es cara, pero los directores de las grandes compañías de seguros y de la OMS ganan millones de dólares al año, mientras que los enfermos de sida no pueden costearse los medicamentos que les prolongan la vida; a los enfermos de cáncer se les niegan tratamientos porque son “experimentales”; se están cerrando salas de urgencia. ¿Por qué se tolera esto? ¿Cómo es posible que se niegue a alguien la esperanza? ¿O la atención médica?.

Había una época en que la medicina consistía en sanar, no en hacer negocio.


Cuando estoy en la transición de este mundo al otro, sé que el cielo o el infierno están determinados por la forma como vivimos la vida en el presente. La única finalidad de la vida es crecer. La lección última es aprender a amar y a ser amados incondicionalmente.

En la Tierra hay millones de personas que se están muriendo de hambre; hay millones de personas que no tienen un techo para cobijarse; hay millones de enfermos de sida; hay millones de personas que sufren maltratos y abusos; hay millones que padecen discapacidades.

Cada día hay una persona más que clama pidiendo comprensión y compasión. Escuche esas llamadas, óigalas como si fueran una hermosa música.

Les aseguro que las mayores satisfacciones en la vida provienen de abrir el corazón a las personas necesitadas. La mayor felicidad consiste en ayudar a los demás.


Es importante que hagamos solamente aquello que nos gusta hacer. Podemos ser pobres, podemos pasar hambre, podemos vivir en una casa destartalada, pero vamos a vivir plenamente. Y al final de nuestros días vamos a bendecir nuestra vida porque hemos hecho lo que vinimos a hacer.

La lección más difícil de aprender es el amor incondicional.

Morir no es algo que haya que temer; puede ser la experiencia más maravillosa de la vida. Todo depende de cómo hemos vivido. La muerte es sólo una transición de esta vida a otra existencia en la cual ya no hay dolor ni angustias.

Todo es soportable cuando hay amor.

Mi deseo es que usted trate de dar más amor a más personas.

Lo único que vive eternamente es el amor.






No hay comentarios:

Publicar un comentario